miércoles, 11 de junio de 2008

Cómo seguir una dieta y no morir en el intento

Si has comenzado alguna dieta recientemente, sentirás en carne propia el avance del hambre más atroz. Es difícil no sucumbir a los "manjares" que la vida pone a tu paso, muchos de los cuales ni siquiera habías notado... hasta que empezaste la dieta.

Convengamos en que el mundo que nos rodea no está preparado para alentar a nadie en ninguna forma de alimentación sana. A tu paso por la calle encuentras miles de opciones que podrían satisfacer, no sólo el hambre, sino la más feroz gula. Chocolates, hamburguesas, golosinas, aparecen en tu camino decididos a convencerte de abandonar la dieta.

¡Pero debes ser fuerte! ¡La clave es resistir! Y entiendo que muchas veces te dejes vencer por la tentación. No te sientas culpable.

Lo único que puedo hacer por ti, es sugerirte algunos pasos que si respetas de forma estricta, tal vez, sólo tal vez, puedas alcanzar tu objetivo de bajar unos kilitos de más. Respira hondo, no mires a los costados y toma nota:

  • La hidratación es fundamental para mantener la sensación de saciedad. Para eso debes consumir suficiente agua cada día. Lo ideal es alrededor de 2 litros pero un truco que puede ser de bastante ayuda es que mezcles el contenido de una botella de agua mineral con el zumo de un limón. Además de la hidratación que te aportará el agua, eliminarás toxinas de tu organismo de forma natural.
  • Respeta casi religiosamente el desayuno cotidiano. Si te salteas esta comida, el apetito te invadirá mucho antes de lo previsto. Lo que puedo recomendarte es un desayuno liviano: té, tostadas, alguna mermelada light. Aprovecha la ocasión para nutrir tu organismo con el zumo de alguna fruta (no agregues azúcar)
  • No es casual que el fin del apetito llegue con la ingesta de alimentos ricos en grasas. Para lograrlo sin aumentar de peso, incluye en tu dieta proteínas magras que puedes obtener de huevos, jamón, queso, yogurt descremado. No olvides las fibras (de cereales integrales) y las vitaminas de las frutas frescas.
  • Comienza cada comida con una abundante ensalada de hojas frescas. Lograrás saciar tu apetito, comerás menos luego, y no aportarás calorías a tu ingesta diaria. Un truco: las endibias son abundantes y te obligan a masticar, esto es fundamental para que sientas disminuir el hambre. No agregues aceites ni condimentos. Otra opción es beber una sopa light antes de comer.
  • Si el hambre te ataca repentinamente, la mejor opción es comer una manzana fresca. Esta fruta es rica en pectina que aporta una gran sensación de saciedad.
  • Finalmente, no descuides tus ejercicios diarios. No es preciso que asistas obligadamente a un gimnasio. Recuerda que media hora de caminata diaria cubren tus necesidades de ejercitación, quemas calorías y te mantienen vitales las articulaciones y músculos.
Una dieta no debiera ser un sacrificio, pues los objetivos finales, se suponen, son más importantes. Sin embargo, siguiendo estos consejos puede convertirse en una experiencia más fácil de sobrellevar.

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