
En un sitio dedicado a la belleza en sus múltiples variantes, nos habremos de encontrar muy a menudo con la necesidad de analizar los cambios experimentados a lo largo de la historia en lo que conocemos como "cánones de belleza". Y es que el ser humano, en su constante necesidad de cambios, modifica también sus preferencias, conductas y conceptos, dando lugar a lo que conocemos como "moda".
Hoy, necesariamente, debemos recordar como en los siglos XV, XVI y XVII la palidez femenina era síntoma de indiscutible belleza, lozanía, juventud y buena salud. Aunque ésto sólo fuera cierto en partes, pues muchas veces las mujeres acudían a dudosos polvos blanqueadores, muchos de los cuales contenían mercurio y terminaron por envenenar a sus pálidas propietarias.
Más acá en la historia, el color dorado del sol veraniego se convirtió en una señal inconfundible de juventud, alegría, vitalidad y relax. Fueron las épocas en las que había que hacer lo que fuera necesario para lucir un cutis tostado, un cuerpo cobrizo modelado a fuerza de horas de baños de sol.
Pero desde hace algunos años, los expertos han sido capaces de cuantificar los daños que el sol produce a nuestra piel, determinando que esos daños, muchas veces irreparables, suelen tardar entre 5 y 10 años en atenuarse.
El sol, en su incidencia directa o indirecta (por reflejo en la nieve por ejemplo) es uno, sino el más, dañino de los factores externos que pueden destruir las capas superficiales de la piel, produciendo por efecto de los nocivos rayos ultravioletas, quemaduras en los planos más profundos de la dermis, aniquilando tejidos de sostén, colágeno, deshidratando e inutilizando elementos vitales para nuestra piel.

Te recomendamos:
- en la playa: utiliza pantalla solar de máxima protección. Hace algunos años entraron en desuso los índices de protección que solían anunciar determinadas marcas de productos cosméticos. Actualmente las tendencias recomiendan bloqueo total. Recuerda siempre que te dispongas a tomar un baño de sol, que la sombra que proyectas debe ser más alta que tú mismo: por ejemplo, si mides 1,65mt., tu sombra jamás debe ser inferior a esa longitud cuando decidas tomar el sol.
- en la nieve: las quemaduras de sol por reflejo suelen ser tanto o más graves que las producidas por acción directa. Debes colocarte también un bloqueador solar apropiado, proteger tus labios de las frías temperaturas y de los vientos de altura, pues están formados por una piel muy sensible a las agresiones climáticas. No olvides nunca tus gafas protectoras.
- al aire libre: si sales a caminar debes llevar un pañuelo en tu cabeza o lo que es mejor, un sombrero de ala ancha, lo suficiente como para que la sombra del mismo proteja tu rostro.
En el mercado hay cientos de propuestas de gran calidad para ayudarte a decidir qué es lo mejor para tu piel. Peligrosos cánceres de piel, quemaduras de gran riesgo o manchas permanentes en el rostro, pueden evitarse con estas simples medidas de seguridad. Tú decides.
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