lunes, 28 de abril de 2008

Pecas, ¿amigas o enemigas?

Habrás notado que las pecas son características en las personas de piel muy blanca. Esas pequeñas manchas amarronadas o rojizas no son sino melanocitos (células que colorean la piel) que no se han distribuido uniformemente y originan la aparición de las singulares pecas.

Son más comunes en los niños, por eso remiten a cierto aire de ingenuidad e inocencia, pero pueden presentarse en cualquier momento de la vida. Hay mujeres que adoran sus pecas y otras que las detestan, aunque no son exclusivas de ellas, pues los hombres también pueden tenerlas.

Las zonas del cuerpo más afectadas por esta irregular distribución de los pigmentos dérmicos son el rostro, la espalda, pecho y brazos.

Aunque el principal productor de pecas es el sol, también pueden ser originadas por los anticonceptivos orales, cambios hormonales (embarazo por ejemplo) o simplemente hereditarias.

Actualmente existen tratamientos que eliminan las pecas, pero lo más conveniente es hacerlo en invierno donde la incidencia de los rayos ultravioletas es menor.

Para quienes deciden quitarlas, lo más recomendado es un peeling, es decir la exfoliación de varias capas superficiales de la piel mediante la aplicación de ácido glicólico o fítico. Luego mediante láser o lámpara de Wood, el dermatólogo podrá ir disolviendo las manchas, y el grado de efectividad del tratamiento dependerá de la profundidad de los melanocitos: tanto más efectivos los resultados cuanto superficiales son las pecas.

Tanto para las personas que se las han quitado como para aquellos que aún las poseen pero no desean que continuen apareciendo, lo mejor será disponer de un fuerte bloqueador solar para los momentos en que se está expuesto al sol.

La reacción diferenciada a los rayos ultravioletas por parte de las pieles excesivamente blancas es absolutamente natural y de ningún modo constituye una patología, pero hay quienes las consideran antiestéticas y deciden extirparlas. Las pieles morenas por el contrario poseen una regular distribución de melanocitos y por eso no son proclives a poseer pecas. También debemos señalar que en el hecho de que una persona posea pecas o no, intervienen ciertos factores hereditarios.

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